sábado, 4 de abril de 2015

Primera historia + Introducción de blog.

Introducción del blog.
¡Primera entrada!
En primer lugar le voy a dar las gracias a Aguerian, por todo lo bueno que ha hecho por mi desde que nos conocimos, a pesar de todos los problemas que hemos tenido por una razón o por otra.
Entre las muchas que le agradezco por ultimo (independientemente de las preciosa dedicatoria que me ha hecho en su programa el cual estoy oyendo maravillada no por primera vez, confieso) por ayudarme tanto en este blog. 
Mi pensamiento para este blog es simple, hablar sobre las miles de posibles historias que pueden ocurrir en ese punto geográfico especial para nosotros,  ya sea un bar (como es el caso), un parque o una carnicería árabe. (?)
Aviso que independientemente de la primera historia las haré más largas o más cortas, y no todas tendrán un final feliz.
Usaré cono personajes principales artistas de mis grupos favoritos porque... La mayoría lo leeréis por eso, así que no importa. xD
¡Otra cosa!
Llamaré la historia Capulet Cafe, he elegido este nombre por la canción de escape the fate Not Good Enough for truth in cliche, NO ES EL MISMO NOMBRE, le he quitado una "S".
Entre los personajes que podremos encontrar son parte de grupos como Pierce the veil, BVB, Sleeping with sirens, Alesana y Scape the fate (sale Max Greeeeeeeeeeeeeeeeeeeen, modo fangirl on).
¡AH, no soy profesional, no rozando, ¿eh? pero me esfuerzo mucho!



Capulet Cafe.Primera historia: Vic y Bell. 

1
Observé por tercera vez esa mañana la silueta de Vic, mi vecino de al lado tras las cortinas azules de la cocina.
No me gustaba mi casa en general, pero, agradecía profundamente las ventanas con las cuerdas para  tender la ropa húmeda que  mi casero y yo compartíamos.
Me había acostumbrado a ver como se servía un vaso de zumo de naranja,  con su cabello castaño revuelto por el sueño y aquella camisilla que solía ponerse y la cual mostraba sus fuertes y morenos brazos, otras veces me conformaba con ver su silueta a contra luz tras las finas cortinas.
Siempre me gustó, desde que me enseñó el piso pude notar su naturalidad y lo positivo que era, tenía una sonrisa de dientes un poco mas largos de lo normal, unos grandes ojos castaños y, sobre todo ese acento Mexicano que tanto despertaba en mi.
El alquiler era barato, la casa no estaba tan mal para una sola persona y tenía acceso ilimitado a parte del salón y la cocina de Vic, y, confieso que más de una vez he tenido la suerte de ver su moreno torso desnudo y sugerente, delgado pero con principios de musculatura, con el pectoral un poco hinchado.
Pero pronto su cuerpo me dejó de importar, ahora disfrutaba más cuando nos encontrábamos en el ascensor, o en el rellano o tendiendo la ropa, aunque, sin duda lo que más me gustaba era oírle cantar y tocar la guitarra en la habitación anexa a la mía, su voz era fina y un poco aguda, muy agradable.
Deseaba a ese hombre solo para mi, me preocupaba que se estuviese convirtiendo en una obsesión enfermiza, pero el saber que es estaba ahí y yo... Un momento.
Me sobresalté cuando las cortinas azules de su cocina se abrieron, acostumbrada ya a sus aparicines bruscas comencé a recoger la colada, miré de reojo y... “No... no... ¡NO!” .
Una joven con una de las camisas de Vic me miraba desde su ventana, era bonita, debo admitir, cabello negro y largo, rostro alargado y brillantes ojos azules.
-Disculpa. -Me dijo.
Hice de tripas corazón para dibujar una sonrisa lo más natural posible y mirarla.
-¿Sí?
Me sorprendí a mi misma de lo artificial que había sonado la amabilidad en mi voz, bueno, no era la primera vez que Vic se llevaba a chicas a su casa, pero nunca me acostumbraría.
¿Por qué ellas y no yo?
La respuesta era realmente sencilla, a penas podía hablar con el con naturalidad, pero eso iba a cambiar.
-Has cogido mi sujetador. -Dijo con gran timidez la desconocida. Miré la cesta en donde guardaba la ropa recogida y ahí lo vi, entre mis sujetadores básicos uno de lencería, quizás era eso.
Vic tenía acceso a mi ropa interior puesto que compartíamos cuerdas, y toda era tan... sosa, primaria... aburrida.
Mi sonrojo aumentó y enseguida pasé por la cuerda el sujetador trabado por una pinza hasta ella.
-Oh, mierda, lo siento, no me fijé.
La chica rió amablemente.
-Tranquila, disculpa la molestia.
Guapa, de voz agradable y encima educada y simpática.
Sonreí falsamente y volví a mi labor, aunque me tranquilicé un poco cuando Vic pasó a su lado con una cartera en la mano y le dejó unos billetes que la chica cogió.
Bien... una prostituta, no había razón para preocuparse.
¿¡VIC Y UNA PROSTITUTA!?
Era la primera vez que le veía con una prostituta, al menos pagando a una de ellas en la sala, entonces, un rayo de esperanza se encendió en mi mente, quizás Vic no ligase mucho, tendría sentido, aunque con su innegable belleza... Sacudí la cabeza para olvidarme de Vic unos momentos y salí de la cocina, me di una larga ducha y pronto estuve lista para ir al trabajo.
¿Os he dicho que trabajo en el  “Capulet Cafe”? Es uno de los mejores bares de música en directo de toda mi ciudad, lo mejor es que casi todos los grupos son de heavy o post-hardcore.
Es un buen lugar para conocer gente interesante, bueno, que os puedo decir, todos mis amigos los he conocido ahí puesto que mi padre siempre lo frecuentaba y me llevaba desde que era pequeña.
Recogí mi cabello teñido de violeta en una coleta alta y me puse unas mayas negras y una sudadera negra sobre mi camisa con letras negras del Capulet, lista.
Cogí mi mochila en forma de ataúd, sin duda era mi favorita y me la colgué por una de las cadenas.
Al salir me encontré con Vic, el cual me miró con una de esas sonrisas tan características en él y con cara de haber echado un buen polvo, claro, como no.
-Buenos días.
-Hola.
Ante mi tono seco casi pude oír su ceño fruncirse, toqué el botón del ascensor, no debía comportarme así, tenía que ser madura por una vez y no dejarle notar que me jodía que teniéndome a cuatro metros de su casa tuviese que pagar a putas encantadoras en lugar de llamar y decir “¿follamos?”.
-¿Vas al Capulet? Puedo llevarte en el coche.
Salí de mis pensamientos al escuchar su voz y asentí levemente, observando la flechita encendida que indicaba que el ascensor subía, me dejó entrar primero en la agobiante cabina de metal e iluminada por fluorescentes y bajamos del tercero al menos uno.
Me puse nerviosa, aunque solo conocía a ese hombre de tres meses ya me había llevado en coche una vez, recordaba su perfil, su cabello ondulado echado hacia atrás por una gorra de béisbol, sus ojos fijos en la carretera y su sonrisa, no recuerdo de que hablamos, sino su adorable sonrisa .
Me alegraba ver a Vic en el bar, pues él era como un pequeño rayo de color entre tanto negro, aunque compartíamos ese amor por el heavy el no se mostraba como uno, siempre iba cómodo y de colores.
Hoy, vestía una camisa blanca y un pantalón por encima de sus rodillas, lo reconocí como uno de sus vaqueros entubados.
Se puso la gorra mientras que yo salía del ascensor, todo comenzaba a ser un poco incómodo... Pero no me molesté, al fin y al cabo era cosa mía, pero, ¿cómo decirle a mi casero que le deseaba, que tenía que ser solo mío?
Le observé abrir la puerta de su coche, gris y pequeño, bastante discreto y sentarse en el asiento del copiloto.
-¿Vas a ver a Kellin? -Pregunté.
Kellin no solo era el mejor amigo de Vic, sino que también era mi jefe, un buen chico, muy agradable.
Vic negó mientras arrancaba y salía del garaje.
-Tengo una cita de trabajo, un grupo de los que toca en el CapuletCafe mandó una maqueta, aunque ya los había oído, me gustan mucho.
Me quedé pensativa, conocía a todos los miembros de los dos grupos estrella,  Alesana y Black veil brides.
-En mi opinión todos son bestiales. -Murmuré colocándome el cinturón de seguridad.
Vic trabajaba en la discográfica de su padre, Fuentes Records era una de las mayores firmas de heavy, rock y pos-hardcore del país, sí, me gustaba antes de saber que estaba forrado.
En cierto modo me daba pena que solo uno de los grupos consiguiese un contrato, todos eran geniales y gente realmente agradable, incluso Andy, el creador y vocalista de los Black veil brides, ah, y mi ex-novio.
Según Vic conducía por las calles sentí que el momento de separarnos se acercaba cada vez más, a veces miraba mi expresión seria.
-¿Por qué estás enojada? -Preguntó suavemente.
Enojada... esa palabra dicha con aquel delicioso acento, con un tono de culpabilidad, sí, el sabía el por qué estaba enojada.
-No lo estoy. -Mentí mirando a la ventana y apartando el flequillo de mi  cara.
Ya podía imaginarle encogiéndose de hombros y volviendo a conducir, cuando sentí su mano colocarse sobre la mía, nunca me había tocado a propósito, nunca había podido sentir aquella calidez de su piel, de sus manos grandes y de sus dedos callosos debido a la guitarra, me recordó un poco a la mano de Andy, aunque al mirarla la sensación fue distinta, no era una mano pálida y tatuada, era una mano morena y firme.
Era la mano de Vic.

2.

Ya era casi de noche en el Capulet, me encontraba tras la barra mirando como Alesana tocaban una de mis canciones favoritas, Ambrosia,  aunque Max, mi mejor amigo era más reacio a escucharlos.
Max era un chico de mi altura, con el cabello teñido de negro y rapado por un lado de su cabeza, la melena caía hasta su pecho por el lado izquierdo de su cabeza mientras que servía copas.
-¿Me ayudas con la barra? -Preguntó bastante molesto, con sus ojos azules escondidos tras las finas gafas de pasta. -¡Bell, no pases de mi!
Le miré y sonreí.
-Bien, lo siento, lo siento.
Comencé a servir copas, aunque no era un día demasiado ajetreado, pues los domingos era mas bien ensayos, pero clientes venían y los grupos se esforzaban al máximo.
-Ey, Mora. -Escuché de aquella voz grabe que tanto conocía, observé los dos metros de altura de mi tatuado ex-novio de ojos azules e innegable atractivo, Andy.
No me sorprendió verlo con aquella niña pija de Shasha, una zorra que en su puta vida había sentido el metal correr por su sangre, una posser con unas tetas jodidamente grandes.
-¿Qué te pongo, Biersack? -Pregunté con una sonrisa amplia, pues a pesar de todas las putadas que habíamos pasado nuestro vínculo de amistad seguía ahí.
-Dos calimochos.
-Uno, yo quiero un mojito. -Dijo la chica, mirándome de arriba a abajo y haciendo un gesto de victoria con sus labios pintados de rosa.
-¡Ala, la furcia! -Me murmuró Max al oído, rompí en carcajadas ante la mirada de Andy y Shasha y amparada por la música de Alesana.-No hacemos mojitos, nena, si quieres te damos una birra y vas sobrada.
Andy se tapó la boca para evitar una carcajada por el tono de voz de Max, siempre tan...bestia.
-Un ron con cola.
Pronto me puse con sus pedidos, rápida como el rayo y con tres años de experiencia sirviendo en la barra del Capulet.
Serví el calimocho de Andy y me puse a hacer el cubata de la furcia.
-Eps, eps, le estás echando demasiado ron. -Me dijo.
Miré el vaso, con el ceño fruncido.
-Solo he puesto un dedo, esto va a ser coca-cola con ron.
-Pues eso es lo que quiero. -Me dijo con prepotencia.
-Has pedido ron con coca-cola, no la armes ahora, Shasha. -Le dijo con voz suave Andy.
-¡Siempre te pones de lado de los demás, ¿y yo?! -Ante los gritos la música paró, ¿le estaba montando una escena? ¿en el Capulet?
Me quedó claro cuando tiró la jarra de calimocho al  suelo y estalló en mil pedazos.
Miré de reojo a Vic, el cual miraba hacia la barra junto con el resto de los Black veil brides y Kellin, este se levantó como un resorte.
Todos ellos llevaban hablando una hora, aunque me pude imaginar que de cosas tribales ya que Andy aún no había llegado, aunque no era difícil suponer que ellos eran el grupo elegido por Fuentes Records.
Kellin era un chico mas bien bajo y delgado, con el cabello negro y unos grandes ojos verdes.
-Eh, eh, ¿qué pasa aquí? -Preguntó mientras Andy agarraba las muñecas de la chica que repentinamente y entre gritos trataba de golpear su pecho.
Pronto el gran cuerpo de Ronnie estuvo ahí para separar a la chica de Andy, lo hizo sin delicadeza alguna, cogiéndola del hombro y tirando de ella hasta llevarla a la puerta.
Ronnie era nuestro segurita, un hombre grande y fuerte y completamente lleno de tatuajes que por alguna razón que no llegaba a comprender nunca había intimado con Max, aunque siempre pensé que serían muy bueno amigos.
-¿Y bien? -Nos preguntó Kellin a Max y a mi.
-Se ha enfadado porque quería una coca-cola con ron. -Dijo Max mientras salía de la barra y se agachaba para recoger el estropicio mientras que yo preparaba el cubo y la fregona en el cuarto de baño tras la barra.
Me encontré con la mirada confusa de Kellin, pues entendía tan poco como nosotros lo que había pasado.
Pasé junto a Andy.
-Si es que te juntas con cada flipada. -Le dije mirándole de reojo y fregando el calimocho esparcido por el suelo.
-A sido culpa mía, Kellin, lo siento.
-¡Buscate una maldita novia normal, Andy!
Miré a Kellin con los ojos entrecerrados y la boca abierta, pues no era un secreto que Andy y yo habíamos pasado toda nuestra adolescencia saliendo y rompiendo, excepto el ultimo año, cuando entré a trabajar en el bar que tuvimos una relación menos dañina.
-Gracias, ¿eh?
Kellin me miró junto con Andy y Max que rieron levemente mientras terminaba de apañar el suelo.
-Que os peten. -Dije llevando de nuevo los objetos al baño y vaciando el cubo, oí la voz de Ronnie decirle a Andy que su chica se había marchado.
Suspiré mientras salía para volver a la barra, y, cuando levanté la mirada me encontré ese rostro que tanto me gustaba, el rostro de Vic.
-¿Estás bien?
¿Acaso le importaba lo más mínimo? Oh, claro que no,
“¡Se madura!” me dije mientras sonreía levemente.
-Perfectamente. -Respondí preparando un koya a toda prisa y dándoselo. -Gracias por preocuparte.
Vic miró la bebida roja brillante a base de red bull, granadina y amareto curioso y le dio un sorbo.
-Mmh... que rica. -Sonrió mientras me miraba.- Oye Bell... no se que te pasa, pero si necesitas hablar un día... sabes donde vivo.
-De acuerdo. -Murmuré dirigiendo una mirada a Andy.-Black veil brides, ¿eh?
Vic asintió y por segunda vez en la noche tomó mi mano con gran suavidad, sentí mi corazón pararse y por primera vez le vi completamente serio y preocupado.
-Bell, cuenta conmigo, por favor.
Mi boca estaba seca y unas molestas mariposas recorrían mi estómago, asentí incapaz de hablar, y, sin pensarlo cogí su copa y di un largo trago.
Aunque mi turno acabó poco después se que me quedé en el Capulet unas horas más, ahora como clienta.
No recuerdo demasiado de aquella noche, pero si el día, oh, cielos, fue uno de los días más raros de mi vida.
Todo comenzó con una buena ginebra, unos vasos de whisky, tequila y....
Desperté con la ropa de la noche anterior , tirada boca arriba sobre el sofá y con la cabeza dando vueltas.
A mis 22 años debo admitir que no es la primera gran resaca de mi vida, esa primera promesa de “no volveré a beber” quedó atrás hace mucho.
Nada más levantarme sentí que caería sobre la mesita de café de mi apartamento, pero me sujeté al respaldo del sofá  y me estabilicé.
Anduve agarrándome de las paredes hasta el cuarto de baño, en donde me arrodillé frente a la taza y vomité todo lo que había comido ayer.
Tras tirar de la cadena me sentía mucho más lúcida y... dolorida.
Me lavé los dientes con saña para quitarme aquel sabor a bilis, alcohol y... ¿peperoni? ¿cuándo había comido pizza?
El pecho derecho me dolía un poco, pero no le di importancia hasta que me quité la camisa y el sujetador.
-¡¿PERO QUE COJONES?! -Grité al observar el piercing de mi pezón, algo que desde luego no debería estar ahí.
Tenía que quitarme esa cosa cuanto antes, pero me daba un miedo infernal tocarlo y no sabía si era correcto ir a urgencias.
Bien, tenía la opción de llamar a Andy, ya me había visto los pechos y sabía como quitar piercings.
No, me moriría de vergüenza.
Max.Tenía uno en su nariz y dos argollas en los labios... ¡Ni de broma!
Vic... Vic tenía uno en la nariz, y su hermano Mike trabajaba en una tienda de piercings y tattoos... ¡Le pediría el número de su hermano y asunto zanjado!
Decidí ducharme antes de ir a verle, pues me daba vergüenza que oliese que efectivamente apestaba a vómito.
Me puse un camisón negro y sin atreverme a ponerme un sujetador y llamé a su puerta.
Tras unos segundos me abrió, con aquella camisilla que tanto me gustaba, aquel chandal que marcaba todo su.... “¡Para, enferma!”.
-Bell, ¿qué pasa?
Miré a todas partes.
-¿Puedo pasar? -Murmuré a lo que Vic se apartó, aun con los ojos medio cerrados por el sueño y el largo cabello descolocado.
Me senté en el sofá y miré a mis piernas descalzas, Vic se sentó a mi lado.
-¿Qué pasa? -Y vi relucir la argolla de su nariz.
-Necesito el número de tu hermano.
-¿De Mike? -Preguntó sorprendido y colocándose más a mi lado.
-Hoy me he despertado con … un piercing en un lugar... privado.
Vic apretó sus labios y se le escapó una sonrisa.
-Mike solo tatúa, era yo el que hacía los piercings.
Me sorprendí pues aunque sabía que Vic había trabajado un tiempo con su hermano antes de entrar en la discográfica no esperaba que tuviese un cometido en especial.
Mi corazón se paró, bien, me dolía mucho y parecía hinchado, o esperar en una sala de urgencias o dejar que mi casero me viese las tetas.
-En ese caso creo que tendré que ir al hospital. -Murmuré.
-No seas tonta, Bell, yo me ocupo, ¿dónde es?
Me señalé al pezón con un gran sonrojo, aunque a Vic no pareció si quiera importarle.
Se levantó.
-Ve destapándote la zona mientras cojo algo para desinfectar. -Me dijo realmente relajado y marchándose hacia el baño.
Me quité el vestido, quedando solo en bragas y tapándome con mis manos, iba a morirme, joder, iba a morir.
Vic apareció con gasa y algunos botes que puso sobre la mesa, se agachó ante mis piernas cerradas a cal y canto debido a la pequeña excitación que esa situación me sugería, era un argumento genial para una porno que yo sin duda vería.
Aparté la mirada cuando tuve que destapar mis pechos y me estremecí al sentir las manos de Vic, antes claro del dolor que sentí al quitarme el “cepo” del pezón.
Traté de no hacer ningún ruido, aunque admito que me dolía horrores, pronto me estuvo curando la herida que atravesaba mi pezón y me la tapó con una gasa y esparadrapo.
-Ya está.-Me dijo de forma resuelta y levantando la mirada a mi rostro.-No se donde te lo hicieron, pero estaba infectado, curatelo a menudo.
Me puse el camisón mientras que me explicaba como debía cuidarmelo.
Asentí mirándole una vez terminó de hablar, aun en cuclillas y más cerca de mi que nunca, miraba el piercing de acero entre sus dedos con gran interés, por un momento sentí celos de aquel objeto, ¿por qué no me miraba a mi con ese interés? ¿por qué no notaba mi cercanía?
Mi cuerpo clamaba por él, mi garganta seca pedía contaminar mi saliva con la suya, mis pupilas dilatadas pedían a gritos que no dejase de mirarlo, que él era mi perfección, que nada más importaba, hasta que me miró.
Sus ojos negros se clavaron en los míos, y, en la mas dulce y agónica imaginación pude verme cogerle de la nuca, besarle y hacer juntos el amor hasta que ninguno pudiese más, convirtiendo esos momentos imaginarios en mi mayor fantasía.
Esperé y esperé bajo el mortal peso de su mirada fija en la mía como si escudriñase cada centímetro de las tinieblas que dentro de estos se encontraban con la misión de tapar hasta que desapareciesen esos malditos sentimientos que  me hacían despertar mi parte más infantil, mis ganas y esperanzas de encontrar el amor en él, mi sueño de despertar con su sonrisa cada día y saborear sus labios en todas partes, ese sueño que era sentir sus callosas manos manipular mi cuerpo como si se tratase de su guitarra, ese sueño que era sentir en mi oído su aliento... ese increíble túmulo de sueños y esperanzas que no dejaría salir de su prisión de oscuridad, al fin y al cabo era vano en deseo de pedirle ser algo más que vecinos o casero y alquilada, ¿tanto era pedirle ser amantes eternos?
Claro que lo era, para él yo no era más que una simple mota entre un mundo de personas, una pequeña letra en aquella novela que era su vida, un mensaje escrito en el vaho de una ventana.
-Debería marcharme ya.-Murmuré odiándome a mi misma por romper aquel momento de intensidad y conexión con Vic, aunque el parecía seguir en aquel trance de labios entre abiertos y ojos clavados en los míos, por un momento dejé de sentir ansias por su cuerpo, solo deseaba mirarle.
-Por favor, Bell, rómpeme. -Murmuró mientras se sentaba en la mesa de café, frente a mi.
Su cuerpo seguía inclinado hacia el mío, seguía hipnotizada por los ojos de aquel hombre, grandes y almendrados, unos ojos que solo rebosaban bondad y las misma ganas que yo de ser amado, ahora podía verlo, tanto mis ojos como los suyos húmedos, dilatados, sí, ahora podía sentir la fragilidad de aquel hombre que había robado mi corazón aún herido por Andy y que había querido arreglarlo con su amistad,aunque solo había roto más.
-¿Qué intentas decirme? -Pregunté con mi corazón a mil por hora.
-No importa si después no te veo más, si después no quieres hablarme o comienzas a tratarme como si no supieses nada de lo que siento por ti, no me importa si rompes mi corazón, solo quiero que me beses y dejes que descargue ya estos sentimientos que no he podido hacer desaparecer.
Mi corazón latía en mi garganta según veía a Vic acercase, el Mexicano me abrazó entre sus fuertes brazos y me dio un besó como nunca me habían dado, un beso cargado de los mismos sentimientos que yo experimentaba, un beso acarameladamente envenenado que me hizo perder la consciencia sobre mi propia existencia.
Pronto el tiempo se hubo parado, la mañana no necesitaba al sol y la noche prescindía de la luna, nada importaba, quizás por el hecho de guardar aquel conocimiento, un secreto entre ambos, un secreto que miles y miles de personas guardan entre ellos.
Eramos humanos y nos amabamos el uno al otro con locura. Simple, ¿verdad?
No dejé que Vic se separase demasiado, agarré entre mis manos su rostro y permanecí con mi frente contra la suya unos momentos de silencio, como si el mundo se hubiese callado de inmediato para escuchar nuestros sentimientos fluir, como si el cosmos hubiese creado una burbuja de privacidad en donde, sin decir nada nos decíamos los meses de calvario y dolor estando tan cerca y tan lejos.
-Bell...-Murmuró con la voz entrecortada.
-Shh...
Acaricié sus mejillas con suavidad antes de dar otro beso inocente y largo, desde que había iniciado mi camino a la madurez mis besos habían sido solo sucia lujuria contenida, pero ahora eran mucho más.
3-
Habían pasado ya dos semanas desde que Vic y yo no habíamos besado, ya nada era igual.
Todas las noches venía al Capulet conmigo, se quedaba hasta que terminase de trabajar y me traía a casa, todo era normal ante la gente, os eso creíamos.
La herida de mi pezón ya estaba curada casi del todo, a veces Vic dormía en mi casa o yo en la suya, me llenaba de besos pero no hablamos de los sucedido, tal vez porque esa era la forma de demostrarnos nuestro amor, en silencio y con una dulce privacidad, por esa razón aquella noche me llamó tanto la atención que me llevase hasta la barra cogida de la mano.
Ahora yo sabía que no se iba con putas, pues había cambiado sus horarios de trabajo para estar conmigo todo el tiempo posible, ahora me sentía respetada y amada, aunque algo fallaba, aún no habíamos tenido sexo.
No me corría demasiada prisa, Vic lo sugería con sus actos pero por una razón o por otra siempre nos veíamos interrumpidos.
Esa noche el Capulet estaba abarrotado, tocaba Alesana y el screamo llenaba el salón, tengo que admitir que nadie les gana haciendo “emo-music” la voz de Shawn era increíble, y más cuando la combinaba con el screamo de Dennis.
Observé a Vic y Kellin charlar sobre algún tema que no parecía muy importante, sonreí cuando mi mirada se cruzó con la de Vic, ambos cómplices.
-¿Otra vez flipando con Raydensito?
-¿Quién?
-Una movida del metal gear, no lo entenderías, me refiero a Vic.
Me sonrojé mientras le miraba.
-Solo estoy mirando por encima, relajate. -Dije con una sonrisa leve mientras volvía al trabajo y servía y una ronda de chupitos de tequila.
-¿Cuantos polvos os echáis al día?
Miré a Max de reojo y sonreí.
-Cero.
Me miró con la boca abierta.
-¿Estás de coña? -Negó con la cabeza volviendo al trabajo de servir copas a los varios clientes que seguían demandando atención, al fin y al cabo era la hora de las borracheras, el whisky corría a toda velocidad de las botellas que acaban vacías a cada tanto, igual con el calimocho y los cubatas.
Al fin los clientes comenzaban a dispersarse, cuando estaba casi todo vacío y Alesana recogía sus instrumentos apareció por la puerta Andy.
-¡Moooooooooooora! -Dijo, obviamente borracho.
Me llamaba así desde que había a teñido mi pelo a violeta, esta vez venía solo.
-Hombre, Biersack, ¿hoy no vienes con ninguna de tus putillas? -Pregunté mientras que le lanzaba a Max una mirada para que hiciese un café bien cargado.
-Whisky... Doble. -Pidió recostando la cabeza sobre la barra.
-Claro que sí, campeón, Max está en ello.
Suspiré. No era la primera vez que veía a Andy ebrio, pero nunca hasta esas alturas, miré a Vic de reojo y a Kellin,ambos miraban a Andy.
Les hice un gesto para que me ayudasen a librarme de él y llevarle de alguna forma a casa.
-Yo me ocupo. -Me murmuró Vic acercándose a toda prisa mientras que Max servía el café.
-Mira, tu whisky. -Le dije.
Andy me miró con los ojos entrecerrados.
-Esta mierda no es whisky, quiero mi whisky.
-Bebete eso y te daremos el...
Y me tiró el café a la cara. La taza rodó por la mesa mientras sentía la bebida ardiente recorrer mi rostro y mi piel, y, sin pensarlo demasiado le propiné una bofetada.
-¡Relajate Bell! -Exclamó Max.
Andy había estallado a risa, los seis integrantes de Alesana me miraban realmente sorprendidos y Kellin buscaba las palabras adecuadas.
Quizá era una de las cosas que mas me llamaba la atención de mi jefe, siempre buscaba las palabras adecuadas, las agrupaba en su cabeza y acababa soltando cualquier cosa.
-Entre todos me estáis matando. -Murmuró mirándome con una extraña sombra en sus ojos verdes y marchándose a su despacho.
Observé el rostro de Vic, herido ante lo que su amigo había dicho y sin llegar a comprender que estaba pasando.
-Ve. -Murmuré adivinando lo que me pedía su mirada, pues comprendía que antes de ser mi...¿quizás pareja?  Era amigo del hombre que ahora estaba encerrado en su despacho, hundido por algo que ninguno de los empleados llegabamos a entender.
Jeremy, el batería de Alesana se me acercó y puso una mano sobre el hombro de Andy.
-Ey, tío, el whisky de aquí es todo agua, en casa de Patrick  -el guitarrista- tenemos uno increíble, y maría. -Cuando Jeremy habló tan convencido casi me lo creí, todos ahí habíamos probado la maría y otras drogas más fuertes, no podíamos mentir, pero darle a un borrachuzo como Andy acabaría por matarlo, aunque cuando Jeremy guiñó el ojo lo comprendí... Andy borracho se dormía en los coches, y, además vivía un piso debajo de Patrick.
Les miré agradecida y anduve hacia el baño en donde metí la cabeza bajo el grifo y una cascada de agua morada se deslizó hacia el sumidero.
Una vez que me aseguré de que mi cabello no estaba pegajoso me lo estrujé para quitar el agua restante.
-¡Bell, mi sudadera está en el armarito! -Escuché a Max.
Me puse su sudadera nike negra y salí.
Ni rastro de Alesana ni de Andy, Ronnie entró frotándose un ojo, envió una mirada Max de educación que mi amigo rechazó con otra más fija, sus ojos azules quemaban desde detrás de aquellas gafas.
-Voy a cerrar las puertas en breves. -Anunció mientras que Max cerraba las persianas de las ventanas.
-Gracias, Ronnie. -Dije entonces poniéndome con la tarea de comenzar a contar el dinero mientras que Max apuntaba lo necesario para poder abrir mañana.
-¿Y se puede saber que cojones te traes con Ronnie?
-Te lo he dicho mil veces, nada.
Le miré incrédula, pues ya comenzaba a cansarme de todo eso, a excepción de lo de Vic yo le contaba todo a Max, incluso cosas que no le afectaban de mi misma, y en comparación yo de él sabía un suspiro, y me molestaba.
-¿Podrías acabar tu con esto? -Murmuré de forma seca, para hacerle ver mi notable enfado ante tanto secretismo hacia mi, su supuesta mejor amiga.
-Supongo. ¿Te vas ya?
Apreté los dientes, era obvio que había notado mi enfado, estaba molesta, por supuesto, ¡pero lo ignoraba!
-Sí, no te aguanto cuando te pones en plan: mi vida no te importa.
Max me miró con la boca abierta.
-¿Te ha bajado la regla o qué? -Me preguntó de forma cortante, cosa que me molestó mucho. -Es que tía, de buenas a primeras la has cogido conmigo por lo que te ha hecho el imbécil de tu ex, es como si estuvieses con el de nuevo.
Le observé gesticular con la botella de JB en las manos, con sus ojos fijos en los míos y el ceño fruncido.
Era cierto que, durante el año que salí con Andy y comencé a trabajar en el Capulet me desahogué culpando a Max de todo, pero él aguantaba noche sí y noche también, y a la jornada siguiente me sonreía como si no le hubiese estado echando mierda desde la noche anterior, pero era parte de mi, y no podía hacer nada, menos ahora que había tocado aquella fibra sensible.
-¿¡En serio me estás echando eso en cara!?
Max dejó la botella sobre la barra, pues sabía que quería tirármela en la cabeza, no le culpo.
-No voy a comer más mierda de tus problemas, ¿vale? ¿me dijiste que salías con Vic? ¡No, fui el ultimo en enterarme de todo! ¿Y se supone que me tengo que creer que soy tu mejor amigo cuando no me cuentas que él tipo que te trae loca y que yo te presenté está saliendo contigo? Creo que la amistad no va así, Beatriz, estoy seguro de que no. -Y simplemente entró en el baño para coger su mochila y salir del bar.
No podía decir nada más, tenía razón en todo y por mis tonterías había perdido a mi mejor amigo.
Cuando escuché el motor de su moto supe que lo había perdido, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sonrojadas por la rabia e impotencia,  me senté en el suelo y metí la cabeza entre mis rodillas recogidas. La había jodido pero bien.
Cuando llegué a casa Vic estaba igual de serio que yo, había secado mis lágrimas antes de que saliese del despacho de Kellin, pero algo fallaba, si bien ambos teníamos esas caras de muertos era por algo.
Entramos en su piso en silencio y automáticamente nos sentamos en el sofá.
Miramos al frente en silencio y en la penumbra, las paredes grises de la casa de Vic reflejaban la luz que se colaba por las ventanas de las farolas.
Aunque no lo vi con claridad observé una lágrima caer desde el rostro de Vic, el cual bajó la cabeza hasta meterla entre sus piernas.
Ambos estábamos mal, por eso preferí no decir nada.
                                                             …

Cuando entré en aquella sala cogida de la mano de Vic un montón de rostros conocidos nos recibieron con gran tristeza.
Hombres con grandes barbas, chicas con el cabello de colores y rastas, personas mayores, Ronnie, Alesana, Black veil brides, Max, todos trajeados y en un silencio sepulcral roto por algunos llantos y nuestros pasos en el suelo de madera.
Ya sabía desde hacía cuatro meses lo que pasaría, habíamos intentado acostumbrarnos a lo inevitable, pero por más que lo intentamos nos resultó imposible.
Unas lágrimas resbalaron por mis mejillas según me acercaba a Katelynn, la cual había enfundado su delgado cuerpo en un largo vestido negro.
La mujer de largo cabello castaño tenía la mirada inexpresiva en el ataúd en donde yacía su esposo más tranquilo que nunca.
Se abalanzó a los brazos de Vic, el cual no había conseguido obtener el valor para mirar el rostro de su mejor amigo, ambos se fundieron en un abrazo que acabó con los sollozos de Katelynn.
Los miré desde la lejanía y no pude evitar soltar un pequeño sollozo, no solo por la muerte de Kellin, sino por el rostro de Vic, destrozado en mil pedazos.
Unos dedos se entrelazaron con los míos y a mi lado ví a Max, este miraba a la vitrina con los ojos rojizos.
Apoyé mi cabeza en su hombro y me guardó entre sus brazos, cosa que necesité cuando escuché el primer sollozo de Vic al descubrir el cadáver de su amigo.
La noche pasó muy lenta, todos se fueron poco a poco, me había sentado en uno de los sillones para observar a Vic, sentado en suelo con las piernas cruzadas y mirando a Kellin.
-Es increíble, ¿verdad?. -Me murmuró Ronnie sentándose a mi lado.-Ha pasado por un hogar roto, por una adolescencia detestable y lo que ha podido con el ha sido el puñetero cáncer.
Asentí, aunque Kellin nunca nos dijo que estaba enfermo lo supimos cuando se le comenzó a caer el pelo, hubo un momento en el que apenas se podía mover, pero, durante ese ultimo mes había vuelto su naturalidad y fuerza, sus ganas en todo lo que hacía, sus bromas, incluso parecía que su cabello había comenzado a crecer, pero no fue más que otra vana ilusión.
Ahora comprendía el porque aquel día Vic había llorado en silencio, pero ahora me resultaba más importante otra cosa, algo que todos los del bar, ya fuesemos clientes o empleados sabíamos.
Kellin se había levado consigo el alma del Capulet, ahora nada volvería a ser lo mismo.
La música ya no se oiría como antes, las bebidas no sabrían como antes, las bromas ya no harían tanta gracia.
Katelynn seguiría con el negocio, sin duda, pero faltaría Kellin.
-Ronnie... ¿por qué Max y tú no os habláis? -Pregunté secándome una lágrima.
-No es el momento, Bell.
Asentí y me levanté con suavidad y lentitud, avancé hacia mi novio, el cual seguía sollozando y me agaché a su lado.
-Vamos, amor... No podemos hacer nada más por el.
Vic asintió y se levantó tembloroso, le abracé contra mi y observé a Katelynn, destrozada pero más tranquila que nunca, pues aunque sentía el pesar de haber perdido al amor de su vida sabía que en donde estuviese ya no tendría que pasar más miseria y dolor, que ahora estaba tranquilo.
Ese fue el final de mi gran etapa en el Capulet, muchos estuvimos desde antes, otros desde después, más o menos tiempo, pero que a todos nos marcó.
Ahora Vic y yo estamos aquí, frente al escaparate cerrado del bar en donde nos conocimos gracias a mi mejor amigo y padrino de nuestro hijo, Max.
¿Qué cómo se llama? ¿no resulta obvio?
Kellin corretea a nuestro al rededor con su hermana pequeña, Alicia, algún día, cuando crezcan les contaré todo lo que Vic y yo pasamos en el Capulet, todo lo que aprendí, la razón de porque acabamos de comprar el local.
Katelynn no pudo con la ausencia del hombre que amaba y cayó en una depresión tan honda que se la llevó hace cinco años, desde entonces el bar está cerrado.
Vic y yo nos dedicamos una miraba de complicidad y sonreímos ampliamente.
A cada sonrisa es como la de el primer día, me meto entre sus brazos mientras que avanzamos y él abre la puerta, miramos a nuestro al rededor, todo está completamente vacío y lleno de polvo.
Subo las persianas y observo a mis dos niños, de siete y cinco años, morenos como su padre y con sus grandes ojos negros y castaños claros, mi pequeña lleva el pelo castaño y ondulado en una coleta, mientras mi ojito derecho tiene el pelo liso y fino, negro como los ojos de su hermana.
¿Qué cómo les fue a los demás?
Bueno, tanto como mis amigos de Alesana como los Black veil brides firmaron con Fuentes Records y ahora viven su sueño, está bien, aunque Andy sigue saliendo con barbies sin seso.
Aunque Max y yo perdimos el contacto sé que se ha juntado con una buena chica y que esperan un hijo, sorpresa, esa chica resulta ser la hermana de Ronnie, él se mudó a otra ciudad en donde ha conseguido abrir su propio estudio de tatuajes.
Rozo la barra de madera con mis manos y dejo marcas en la fina capa de polvo que hay sobre esta, parece que todo ha salido bien para todos nosotros.
Respiro y puedo sentir en  mis pulmones todas las historias y situaciones olvidadas en aquel paraje de nadie, en el santuario de tantas almas perdidas las cuales solo teníamos clara una cosa: Amábamos la música y esta nos unió a los unos con los otros, creó lazos que ni siquiera la muerte podrá romper.
Y me pregunto: ¿Una vez estemos todos muertos, Kellin y Katelynn nos esperarán en el Capulet?
Es apetecible pensar que una vez muera podré pasarme el resto de mi existencia en una de las mesas, escuchando a un buen grupo y rodeada de mis amigos y al hombre al quiero, viendo a mis hijos ya mayores vivir plenamente, sentir lo mismo que sentí yo cuando vi a Vic por primera vez, o cuantas experiencias les esperan, cuantos momentos van a compartir y cuantos amores y desengaños a van a experimentar.
Por ahora Kellin me ha dicho que de mayor quiere tener una banda de rock, le hemos apuntado a clases de guitarra, a Alicia le gusta la batería, por eso Mike, el hermano de Vic se pasa días enseñándole a tocarla, es muy niña, pero sabe llevar el ritmo.
Nos sentamos los cuatro en el suelo polvoriento y veo las estaciones pasar, el Capulet lleno de nuevo, nuevos grupos y entre ellos el de mi hijo, nuevas historias, Vic y yo envejeciendo juntos, despertar cada día con su sonrisa, aguantar sus bromas pesadas y la primera cerveza de Kellin, en su decimosexto cumpleaños en aquella mesa del fondo, o el primer momento de bochorno de Alicia cuando su padre le regale en su decimoquinto cumpleaños una caja de preservativos.
Lo veo todo pasar como una película, quizás la película de mi vida, que comienza conmigo, observando por tercera vez esa mañana la silueta de Vic, mi vecino de al lado tras las cortinas azules de la cocina.

FIN.